
Salud e Higiene Íntima en Niñas y Adolescentes: Pautas para adolescentes y roles cuidadores y formadores.
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¿Todavía estamos enseñando a llamar vagina lo que realmente es vulva? La respuesta es SÍ y es un tema que no distingue nivel social o económico. El empoderamiento sobre nuestra salud y el bienestar íntimo comienza desde los primeros años y se convierte en un aspecto crucial que influye significativamente en el bienestar general y desarrollo saludable. A menudo, los roles formadores pueden sentirse inseguros sobre cómo abordar este tema debido a la falta de información adecuada y al tabú social que rodea la salud de la zona íntima. Este artículo ofrece pautas detalladas y basadas en evidencia para ayudar tanto a personas cuidadoras como formadoras a establecer una rutina saludable de higiene íntima para niñas y adolescentes, fomentando un entorno de apoyo y educación que respete su autonomía y el desarrollo natural.
Históricamente, la educación sobre la salud íntima femenina ha sido insuficiente y cargada de estigmas, con muchas culturas y religiones que priorizan la culpa, el miedo, el silencio y la vergüenza sobre la apertura, el conocimiento y la salud. Esta falta de educación ha llevado a la perpetuar mitos y prácticas inadecuadas que pueden afectar negativamente la salud de las niñas y adolescentes.
Por dónde empezar
Los conceptos básicos es una buena manera, haciendo énfasis en que AMAVÚ es una colectiva segura y responsable de la información que divulga, una comunidad cuyo propósito es elevar la prevención y detener las molestias, que evita la genitalización y la sexualiación en el lenguaje.
Anatomía Básica:
Es fundamental que las niñas y adolescentes comprendan su propia anatomía. Las personas encargadas del cuidado, crianza y formación deben ir resolviendo inquietudes conforme vayan llegando. Algunos tips son:
- Responde solo lo que te pregunten, no vayas más allá de la exploración natural por lo menos entre los 3 y 6 años.
- Las primeras respuestas deberán encaminarse al reconocimiento e identificación de lo que pueden ver, es decir la vulva. Abordar las preguntas y respuestas frecuentes de nuestros textos destacados en el HOME de AMAVÚ, te podrá brindar buenas nociones para entregar la información inicial necesaria.
- Luego de los 7 años podrás diseñar pedagogías de educación y exploración acompañada de los seguimientos pediátricos y libros diseñados para este propósito. Esto ya podrá incluir entre otras respuestas y preguntas: ¿Qué hay dentro de mi vulva? ¿Cómo se hacen los bebés? ¿Por qué las niñas y los niños tenemos partes diferentes? ¿Por dónde sale la orina?
- Entre los 7 y 10 años vendrán preguntas más elaboradas, sobre la orientación sexual, la excitación, la estimulación, la reproducción y el período menstrual. Evitemos decir mentiras que pueden desinformar o sembrar creencias nocivas para el desarrollo, realizar asociaciones coloquiales y aplazar las respuestas. Busquemos nuevamente ayuda en pediatría, pedagogía, asesoramiento acompañado del colegio y de libros, la literatura ya es muy amplia en este tema para poderlo hacer adecuadamente.
pH Vaginal y Microbiota:
Después de haber abordado tanta literatura sobre la zona íntima, nuestra salud y bienestar dependen, de origen, de la microbiota y el pH vaginal. Es allí donde sucede toda la magia.
Por esto quisiera entregarles esta información con un enfoque microbiológico de cómo se forma este importante ecosistema desde la gestación, apoyada en la obra “Microbiota Femenina. La revolución de la ginecología natural”. Del Dr. Jean-Marc Bohbot & Rica Étienme
Página 44 a 49:
“IN ÚTERO
En la futura niña, miles de células específicas evolucionan para formar la arquitectura del futuro ovario con los óvulos inmaduros (es decir, los ovocitos o células femeninas de la reproducción). De manera que un feto de siete meses posee en existencias unos siete millones de ovocitos (…) Al nacer, solo le queda un millón, y su número irá disminuyendo hasta la menopausia.
En el embrión hembra, la ausencia de testosterona conduce a una evolución diferente. La vulva se forma hacia el tercer mes de embarazo, mientras que los órganos internos (vagina, útero, trompas de Falopio) se constituyen hacia el cuarto mes.
LA PUBERTAD
La pubertad es el segundo acontecimiento más importante de la evolución sexual humana. Esta etapa se da entre los ocho y los catorce años en la niña, pero no comienza «abajo», en los genitales, sino «arriba», en el cerebro, donde dos glándulas, el hipotálamo y la hipófisis, dan la orden de la metamorfosis.
El hipotálamo, llamado también «cerebro reptiliano», es la estructura cerebral más primitiva. Es el encargado de tomar las riendas para despertar de su largo sueño a las zonas sexuales dormidas. Esta minúscula glándula situada en la base del cerebro, justo por encima de la nariz, se comporta como un verdadero director de orquesta y estimula muchas otras glándulas, como la tiroides (en el cuello) o las glándulas genitales (ovarios en las mujeres, testículos en los hombres).
El hipotálamo y la hipófisis dirigen la producción masiva de hormonas femeninas en los ovarios: los estrógenos y la progesterona.
Las hormonas son unos mensajeros químicos que actúan a distancia sobre órganos determinados. Así es como, prácticamente por todas partes, el cuerpo va a «sexualizarse». La ovulación y el ciclo menstrual se ponen en marcha con la finalidad de posibilitar la fecundación y el desarrollo de un posible embrión. En este periodo, los ovarios contienen todavía cuatrocientos mil ovocitos, que se transformarán en óvulos durante su liberación.
El calendario de la pubertad
En torno a los diez años y medio y los once, la aparición del botón mamario, es decir, el aumento progresivo de volumen de los senos, ofrece la primera señal visible de la transformación. Al igual que el resto de los mamíferos, la mujer está provista de mamas con las que alimentar a sus futuras crías.
Los senos están conectados a las hormonas. De modo que, a lo largo de toda su existencia, la mujer verá cómo evoluciona su pecho y se modifica, en función del ciclo o de la menopausia (que llega cuando desaparecen las hormonas femeninas). Cuantos más estrógenos hay, más se hinchan y se tensan los senos. Por el contrario, la progesterona tiene un efecto regulador y calmante.
Entre los once años y medio y los doce, se produce un pico de crecimiento. Las niñas pueden crecer hasta veinticinco centímetros entre el comienzo y el fin de la pubertad. Este crecimiento se acompaña de una modificación de la composición corporal y de la repartición de las grasas. La pelvis y las caderas se ensanchan, los glúteos se vuelven más redondeados y los muslos más llenos. La silueta transformada indica la «posibilidad sexual». En el plano de la evolución de la especie, todo sucede como si hubiera que poder distinguir a kilómetros de distancia a las hembras potencialmente aptas para la procreación. El primer vello púbico acompaña a la aparición de la silueta femenina adulta.
Hacia los doce años y medio o trece, el vello bajo los brazos se manifiesta tímidamente. Las glándulas sudoríparas situadas en la base del vello emiten un sudor muy particular, hecho de una sustancia lechosa y olorosa que excita la libido.
En el mismo periodo, entre los doce y los trece años, aparecen las primeras reglas. Es un acontecimiento importante en la vida de una niña, como más tarde lo será la menopausia en la vida de la mujer. En este periodo (que puede variar mucho sin que esto sea anormal), la chica pasa de manera definitiva a un mundo claramente sexuado y potencialmente abierto a la procreación.
PARA NO PERDERSE CON LA PUBERTAD
En la niña, la pubertad se manifiesta generalmente entre los diez y los quince años, y suele durar dos o tres años. Termina cuando se alcanza la estatura definitiva.
Puede pensarse en una pubertad precoz cuando las primeras señales (vello, senos...) se dan antes de los ocho años. Del mismo modo, se habla de retraso puberal cuando, con doce años, todavía no hay rastro de los senos o, a los quince, aún no ha iniciado la menstruación.
Hacia los doce años, la vulva se modifica igualmente, y esta modificación continúa durante dos o tres años. Efectivamente, en la niña pequeña, la vulva se presenta de frente, en posición vertical y, por tanto, bien visible cuando se encuentra de pie. A partir de la pubertad, la vulva «migra» hacia la parte baja del pubis y se vuelve casi invisible en posición de pie. iYa empieza a esconderse el sexo!
Los labios mayores se engrosan y se cubren de vello. Durante la excitación, se hinchan y se llenan de sangre, lo que conlleva mecánicamente un fenómeno de desvelamiento de la entrada de la vagina. Bajo la acción de las hormonas, las glándulas sebáceas y sudoríparas de la zona del vello púbico generan una transpiración muy específica de la mujer y de esta parte del cuerpo.
Los labios menores, menos gruesos, se unen en la parte alta para formar un pequeño capuchón que recubre el clítoris, justo bajo el monte de Venus. Este órgano, repleto de «captores de voluptuosidad», interviene en el placer durante las caricias y el acto sexual. El 80% de las mujeres asegura llegar al orgasmo gracias a la estimulación del clítoris durante la masturbación o las relaciones sexuales. Es, pues, un órgano esencial, exclusivamente dedicado al placer. Además, es el único órgano que existe para ello; he aquí, sin duda, por qué en algunas sociedades se sigue practicando todavía la barbarie de la ablación ritual del clítoris.
A nivel interno, la mucosa vaginal se espesa. La recorre una inmensa red de vasos sanguíneos. En la pubertad, este revestimiento interno de la vagina, todo arrugado y hasta entonces rojo y seco, se vuelve rosa y húmedo. Comienzan ahora las secreciones vaginales, que corresponden a las pérdidas fisiológicas. El líquido lubricante de la superficie se modifica en función de las distintas fases del ciclo. Contiene bacterias que componen la flora vaginal, esencialmente lactobacilos.
La pared del útero se espesa también para acoger un posible óvulo fecundado, y luego se descama al final del ciclo si no ha habido nidación o, dicho de otra manera, implantación del óvulo fecundado en la mucosa uterina: es entonces cuando se produce la menstruación.
Todos estos fenómenos acumulados son un verdadero terremoto para la joven adolescente y repercuten a todos los niveles: afectivo, social y comportamental. También es el comienzo de la atracción heterosexual, homosexual o bisexual.
En la adolescencia, la libido está particularmente afirmada, y ciertas adolescentes prueban la experiencia sexual con una pareja del mismo sexo, como si estuvieran buscando a su doble.
En la mayoría de los casos, este deseo se queda en algo pasajero.
Es interesante señalar que, en este periodo, vuelve a aparecer la bisexualidad original, aquella que precede a la diferenciación sexual genética.
Páginas entre la 78 y 84
“A cada edad, su microbiota vaginal
La microbiota vaginal es el fruto de una aventura apasionante que se despliega a lo largo del tiempo y de la vida y revela que las bacterias que albergamos en nuestros lugares más secretos no están ahí sin motivo, sino para cumplir con un verdadero y titánico trabajo.
De la caverna uterina a la liberación del parto
Durante mucho tiempo, los científicos pensaron que las personas nacían libres de cualquier microbio y que se había formado en un líquido amniótico estéril. Así, a partir del momento del parto, el lactante sería poco a poco colonizado por los gérmenes, y esto le permitiría aumentar sus defensas inmunitarias.
Hoy sabemos que no es así. Estudios realizados en 2010 han demostrado que, en realidad, la placenta y el líquido en el que se baña el feto portan una microbiota particular. Debemos este descubrimiento a Kjersti Aagaard® ginecóloga obstetra de Texas que descubrió estas poblaciones microscópicas en distintas placentas y observó que estaban compuestas por unos microorganismos curiosamente similares a los de la boca. Ya se sospechaba, sin embargo, una relación misteriosa entre estas dos zonas: las mujeres que sufren de periodontitis importante (infección de los tejidos de anclaje de los dientes o de los huesos) tienen un riesgo de parto prematuro dos o tres veces mayor que las mujeres sanas. Existe, pues, un vínculo directo entre las perturbaciones de la microbiota bucal de la madre y la microbiota placentaria.
Al nacer, poseemos ya algunas colonias bacterianas, repartidas uniformemente por todo el cuerpo; es su «equipamiento de base», que se especializará a continuación, dando lugar a las distintas microbiotas: de la boca, la piel, el intestino y la vagina, si se trata de una niña.
El parto es un momento crucial en el que todo va a precipitarse. Hay dos opciones posibles: o se produce un parto natural y se nace a través de la vagina o bien por cesárea.
En el parto natural, durante su paso hacia la salida, el bebé inhala y traga un cierto número de microorganismos procedentes de la vagina, de la piel de la vulva e incluso del recto de la madre. De ese modo «recolecta», pues, rápidamente, los «microbios buenos» (esencialmente lactobacilos de la vagina de su madre) que necesita para desarrollar sus defensas inmunitarias.
Durante la cesárea, en cambio, el bebé sale por el abdomen, por lo que únicamente «cosecha», en el mejor de los casos, la flora cutánea materna y la del personal sanitario. Ahora sabemos que esta escasa microbiota puede persistir durante meses, e incluso años, y predisponernos a sufrir posteriormente obesidad, asma o diabetes. Distintas investigaciones han demostrado que bebés que nacieron por cesárea tiene entre un 20 y un 40% más de riesgo de padecer sobrepeso u obesidad frente a un niño nacido por parto vaginal. Este riesgo es aún más inquietante en términos de sanidad pública, porque la tasa de cesáreas no deja de aumentar en muchos países desarrollados (más de un 25 % en Canadá y Estados Unidos y un 21% en Francia, cuando la Organización Mundial de la Salud establece como tasa «óptima» de cesáreas la comprendida entre el 5 y el 15%).
No obstante, si una madre con cesárea amamanta su bebé, las cosas cambian: en pocos meses se reduce el desequilibrio de la microbiota intestinal gracias a los gérmenes aportados por la leche materna, que se enriquece durante el embarazo y, sobre todo, durante el periodo de lactancia con bacterias llegadas del intestino. Las bifidobacterias abandonan el tubo digestivo, franquean la barrera intestinal y, transportadas por células sanguíneas específicas, terminan su viaje en las glándulas mamarias. A continuación, estas bifidobacterias colonizarán el intestino del lactante y le proporcionarán su microbiota intestinal definitiva.
Cuando las personas, durante el nacimiento, se adentran con fuerza por el canal del parto, un cierto número de gérmenes consiguen equipar eficazmente desde ese momento su tubo digestivo.
Posteriormente, la guinda del pastel la constituye el aporte añadido con la leche materna.
Por el contrario, la cesárea y la ausencia de lactancia, al igual que la toma de antibióticos al final del embarazo o durante los primeros días de vida, van a determinar la pobreza de la microbiota intestinal del lactante, lo que aumenta el riesgo de problemas metabólicos en el futuro.
LA MUJER EMBARAZADA ES UN TEMPLO
Durante mucho tiempo se pensó que las personas a punta de nacer eran la simbiosis del hombre y la mujer, una ecuación matemática igualitaria y sin incógnita. Con el desarrollo de la genética, esta noción se fue ajustando hasta considerarse que somos la unión de dos patrimonios genéticos; hombre y mujer proporcionaría sus cromosomas a partes iguales.
Está comprobado que el hecho de que la madre fume, beba alcohol o se alimente de manera deficiente durante el embarazo también puede tener un impacto sobre las personas recién nacidas. Se trata de la epigenética: todos los factores del medio se añaden a la genética. Estos factores estimulan o reprimen la expresión de algunos genes. Van, pues, a modular el patrimonio genético transmitido por sus progenitores.
Ahora se ha descubierto que las diferentes microbiotas maternas (intestinal, vaginal y la existente en la leche producida por las glándulas mamarias) juegan un papel determinante adicional. No sobre la altura, el color de sus ojos o la forma de sus orejas, determinados por los genes, sino sobre su funcionamiento metabólico e incluso psíquico futuro.
Así, una madre cuya flora este gravemente desequilibrada puede transmitir este mismo desequilibrio a su bebé, con consecuencias potenciales como deficiencias inmunitarias, diabetes, obesidad o incluso autismo.
De manera que a los factores genéticos y medioambientales (epigenéticos) se están añadiendo desde ahora los factores microbiológicos. ¡Una persona recién nacida ya no es, por tanto, el resultado de la sencilla suma de los genes paternos y maternos!
Esta consecuencia no afecta únicamente al plano filosófico, sino que supone un aumento de la responsabilidad para quien engendre y, al mismo tiempo, la esperanza de un mejor control de lo desconocido. Cuando se supo que el tabaco o el alcohol eran nocivos para la salud del feto, las gestantes fueron conscientes de que tenían que cambiar de comportamiento.
Por tanto, todo lo que ocurre durante el embarazo capaz de alterar la microbiota materna debe vigilarse (en especial, la toma de antibióticos). Ahora lo sabemos y podemos actuar en consecuencia, principalmente con un complemento a base de probióticos.
Los primeros días de la flora
Como hemos visto, una niña que nace por parto vaginal se beneficia de la microbiota vaginal de su madre. La implantación tiene lugar directamente en la vagina del bebé, gracias a una impregnación de las hormonas femeninas maternas. Durante ese corto lapso de tiempo, los estrógenos van a permitir que los lactobacilos sobrevivan en los órganos sexuales de la niña.
No todas las niñas heredan los mismos microorganismos.
Las diferencias geográficas influyen en la composición de las microbiotas.
Durante la infancia
Tras haberse agotado el flujo de hormonas maternas, la flora vaginal de la niña pequeña, esencialmente alimentada de los microorganismos externos que provienen de la piel, se empobrece. Los lactobacilos, por ejemplo, han desaparecido, por no poderse implantar.
La flora de la vagina se parece en todos los aspectos a la flora de la vulva. Encontramos en ella gérmenes procedentes de la piel y del recto, muy cercano.
No hay presencia de levaduras en esta etapa de la vida. Ya conoces a estos hongos microscópicos, responsables de las micosis.
Al contrario de lo que dice la leyenda popular, una niña pequeña nunca sufre de micosis vaginal. ¡Sin estrógenos, no hay micosis!
¿De dónde vienen, pues, esas infecciones tan frecuentes en la niña pequeña?
Algunas bacterias pueden penetrar en la vagina a través de juguetes, el contacto constante con el suelo, la ropa en contacto directo con la vulva y contaminar la zona. Durante un resfriado o algún problema de otorrinolaringología, los gérmenes pueden pasar a las manos y de estas a la vulva cuando la niña va al baño. Posteriormente suben por la vagina y provocan infecciones que, en realidad, son vaginitis. Por eso un tratamiento antimicótico sería no solo inadecuado, sino también demasiado agresivo. Por desgracia hay médicos que siguen prescribiendo este tipo de tratamientos.
Otras causas de infecciones pueden ser irritaciones en la zona de la vulva, por ejemplo por no secarse la zona correctamente o por pequeñas pérdidas de orina debido a que se ha aguantado las ganas de ir al baño. Estas irritaciones suelen provocar una dermatosis irritante (especie de eccema) que puede infectarse a causa de hongos, estafilococos o estreptococos que haya cerca.
Dejémoslo totalmente claro: de lo que se trata es de infecciones de la piel y no de micosis vaginal, en cuyo caso es evidente que los tratamientos con pastillas u óvulos vaginales no sirven para nada. Mejor valdría prescribir un producto suave para la higiene y una crema calmante. El uso de fármacos antibacterianos debe ser algo excepcional.
Durante la adolescencia
A lo largo de la adolescencia la vulva se transforma y la cavidad vaginal se ensancha. La inundación hormonal hace que la flora de la adolescente evolucione hacia la de una mujer adulta”.
Para conocer todo el funcionamiento de nuestra microbiota en la etapa adulta, consulta el artículo en el texto destacado “El milagro de los probióticos y la microbiota vaginal”
Pautas de Higiene Íntima
Lo primero que las personas cuidadoras o formadoras deben pensar, es en elegir un limpiador sustituto del jabón, que no tenga detergentes o jabones convencionales o alcalinos, tensoactivos o fósforo, para contribuir al mantenimiento de la salud y bienestar de la zona íntima, el balance del pH de la piel, el pH vaginal y de la microbiota vulvar y vaginal, considerando que en:
- Niñas: La recomendación es usar un limpiador SYNDET, hipoalergénico, que no tenga los componentes nocivos que hemos descrito; pero que tampoco sea muy especializado para estimular el desarrollo normal y autónomo de su microbiota vulvar y vaginal.
- Después de la primera menstruación: La menarquia o llegada del primer periodo ya requiere una formulación especializada para el limpiador diario, dado que las personas con vulva y vagina a esta edad pueden tener microbiotas apenas en desarrollo y los cambios hormonales del periodo pueden afectar considerablemente el estado de las mucosas, las defensas y el manto ácido de la piel. Se recomienda un limpiador nutritivo, con prebióticos y probióticos, hipoalergénico y con el pH adecuado para la zona íntima.
Posteriormente debemos enseñar paso a paso una rutina de higiene diaria que las niñas puedan incorporar en sus primeros años. Encuentra todo lo que debes saber sobre la rutina de higiene diaria en el artículo “Rutina diaria de higiene íntima”
Finalmente algunas consideraciones especiales para las bebés siempre que requieran pañal:
- Los pañitos húmedos convencionales tienen muchas desventajas: Son hechos de fibras sintéticas, generalmente ásperas, si los estiras nunca se romperán. Por este mismo motivo son altamente contaminantes, pues su proceso de biodegradación es muy lento. Generalmente contienen alcohol y fragancias sumamente alergénicos para la piel delicada de la bebé.
- Si la bebé no es sensible a pañalitis puedes decidir si la rutina de cambio de pañal sea con pañitos húmedos, teniendo en cuenta el punto anterior, pero si SÍ lo es, siendo la pañalitis un tipo de dermatitis causada por la misma cepa que causa las infecciones vaginales por hongos: Cándida, solo que en la etapa de infantes, la niñas no tienen cargas de estrógeno que es lo que propicia que las esporas se proliferen en la inmadura microbiota de la bebé; te recomendamos seguir estos pasos:
- Quitar el exceso de deposiciones o suciedad con pañitos secos, que son elaborados con fibras 100% naturales y son amigables con el medio ambiente.
- Con un circulito de algodón realizar la limpieza únicamente con agua, acompañando el proceso de más pañitos secos de papel.
- Continúa con el uso de pañitos húmedos AMAVÚ, con solo uno estarás protegiendo la piel de la bebé, dado que es elaborado 100% con fibras naturales, extra suave y libre de fragancias y alcohol. Para conocer los atributos de nuestros pañitos haz clic aquí.
- Para finalizar aplica la crema dermoprotectora que te haya recetado el personal de pediatría.
Ropa Interior:
Es valiosísimo incorporar desde pequeñas una rutina propia de lavar la ropa interior en la ducha, inmediatamente se deje de usar, dado que la lavadora es la enemiga #1 de la salud de la zona íntima. Una lavadora con una carga de 14kilos puede albergar más de 210 millones de hongos y bacterias. Para ampliar esta información, lee nuestro texto destacado del HOME “La Lavadora: Enemigo #1 de la salud íntima”
- Encuentra los pasos sencillos para lavar adecuadamente todas las prendas que tengan contacto con la zona íntima en el artículo “Tus prendas íntimas: la segunda piel de tu vulva”
- El algodón es la fibra recomendada por todos los especialistas en salud para nuestra ropa interior y para el aseo en el cambio de pañales de las bebés. Para conocer todo lo que debes saber sobre la ropa interior en algodón y sus ventajas, lee el artículo “Todo lo que debo saber sobre la ropa interior en algodón: Por qué, Dónde, Cuánto, Cuáles son”
Educación y Comunicación Abierta
Diálogo Abierto: Fomentar un ambiente en el que las niñas y adolescentes se sientan cómodas hablando sobre su salud íntima sin vergüenza ni tabú. Esto incluye estar disponible para responder preguntas y proporcionar información precisa.
Atención a los Síntomas
Enseñar a las niñas a estar atentas a síntomas como picazón, ardor, secreciones anormales o mal olor y a no ignorarlos o normalizarlos. La consulta con personal de la salud es crucial para un diagnóstico y tratamiento adecuados. La lectura del texto destacado en nuestro HOME “Preguntas y Respuestas frecuentes sobre nuestra salud íntima”, te ayudará a guiarla en la identificación de las molestias.
Autonomía y Empoderamiento
Enseñar a las niñas a reconocer los signos de infecciones o problemas de salud y alentarlas a buscar ayuda médica cuando sea necesario. Para preparar esta conversación lee el artículo “El poder de una cita médica lo tienes tú”
Después de la primera menstruación
Cuando una persona con vulva y vagina tiene su primera menstruación, su microbiota vaginal se pone al límite, dado que todo su ecosistema es muy joven y debe desarrollar rápidamente más defensas para que el canal vaginal se fortalezca para el paso de la sangre al exterior. Para lograr este propósito puedes consultar con su pediatra la toma de probióticos de manera preventiva en esa primera etapa y cada año, para elevar los lactobacilos, con ellos las defensas y el autolavado de la vagina.
La salud e higiene íntima en niñas y adolescentes es fundamental para su bienestar presente y futuro. Proporcionar una educación adecuada, fomentar la comunicación abierta y adoptar prácticas higiénicas saludables, son pasos esenciales para asegurar que crezcan con una comprensión sólida y un control empoderado sobre su salud íntima. Es responsabilidad de los roles cuidadores y formadores, así como del personal la salud, crear un entorno de apoyo y respeto que permita a las niñas y adolescentes apropiarse de todos los aspectos de su vida y salud.